El que por precio vino, por precio se irá!

El precio jamás amarra cliente.

Al contrario, quien por

un mejor precio vino, por un

mejor precio se irá, el precio no

es el factor determinante en el

proceso de compra/venta.

Los procesos de captación y retención

de clientes han evolucionado,

de aquella época a inicios

del siglo XX cuando lo que importaba

era llegar a un mercado sediento

de productos con algo que

ofrecer, a una actualidad signada

por la competencia, la tecnología

y por un consumidor más exigente

y mucho mejor informado.

Ya no se trata de brindar calidad

y buen servicio al mejor precio

posible. Se trata de convertir

el consumo y las relaciones comerciales,

de manera holística,

en una experiencia gratificante.

En efecto, nuestros estudios han

demostrado que lo que nos lleva

a comprar, cosa que normalmente

combina conveniencia, calidad

y precio, entre otras variables, no

es necesariamente lo que nos

hace regresar al mismo punto de

venta, producto o servicio.

Un artículo en la revista Forbes

de julio del 2013 (“Building Customer

Loyalty the Hard (And

Only) Way”, por Micah Solomon)

precisaba que las empresas

deben ir más allá del servicio,

y citaba a Horst Schulze, de Ritz-Carlton, quien decía que sus

huéspedes deben sentirse como

un niño en casa de padres que lo

miman, que conocen sus gustos

y preferencias y que las atienden

así como diciendo “en la nevera

está lo que te gusta”.

Debe sentirse extrañado cuando

se marcha y sinceramente bienvenido

cuando regresa, y nunca

darse cuenta de cuándo se hace

mantenimiento. Todo debe funcionar

como un reloj suizo, a la

perfección.

Sin embargo, ir más allá de la satisfacción

del cliente y, más aún,

rebasar sus expectativas, requiere

no solo convicción y compromiso

–que muchas veces implica

abandonar viejos paradigmas y

prácticas vetustas–, exige procesos

y mediciones acordes al

más mínimo detalle o capricho,

capaces de detectar y colmar sus

“deseos no expresados” como

enfatiza Ritz-Carlton.

En la Práctica y en el día a

día.

Que quien por precio vino, por

precio se va lo demuestra el caso

de una importante aseguradora,

reconocida por sus atractivas tasas

y primas en el ramo de automóviles,

para la cual una caída

en la percepción de precios del

1,47% causó una reducción en la

persistencia (medida por el porcentaje

de pólizas renovadas año

a año) del 7,27%, lo que significó

una fuga de 22.734 asegurados

en 12 meses, merma que tuvo

que ser compensada con nueva

producción.

Véase que no hablamos de precios

per se, es decir, del precio

en términos absolutos, sino de

la percepción de precios que es

relativa a otros y a otras variables

como la calidad.

En el caso de los seguros, los

clientes y corredores buscan rapidez,

buena atención y coberturas

con redes de servicio, sean

éstas talleres o clínicas u hospitales,

para entregarles sus riesgos

a las aseguradoras, siempre que

el precio, léase la tasa o la prima,

sea competitivo.

Sin embargo, más allá del cumplimiento

que se manifiesta al

momento de un reclamo, los

asegurados esperan procesos

sencillos y automáticos, y los

intermediarios aprecian la capacitación

en nuevas técnicas y

tecnologías, además.

Y que el precio no amarra cliente,

lo demuestran estudios de una

organización de servicios deportivos

que separa la medición de

cumplimiento (léase Satisfacción

del Cliente o CSM) del indicador

de valor percibido y hasta se atreve

a preguntar y diferenciar si su

clientela está satisfecha o deleitada

con lo que de ella recibe.

En efecto, en una escala del 1 al

5, donde 3 significa “satisfecho”

y refleja que el consumidor está

“encantado” con el servicio, los

encuestados ubicaron el indicador

en 4,40 en al menos una

de sus más de 20 localidades,

promediando 3,85 en la última

medición.

La evaluación genérica de satisfacción

de necesidades se ubicó

en 4,54/5, mientras que las expectativas

no específicas arrojaron

4,43.

Al inquirir sobre qué los trae a la

organización, los clientes apuntaron

a las referencias de terceros

y a la conveniencia (ubicación).

Pero al preguntárseles qué los

hace permanecer en ella o volver,

se refieren más y más a la calidad,

que en casos de servicio se refiere

a los procesos, así como a la

atención personal y a los valores

agregados.

Claramente, lo que los atrae no

es lo que los hace regresar. Y, más

aún, al precisar cuánto les importa

el precio, los encuestados llevaron

el criterio del noveno lugar

al último ese año.

El precio es lo último en lo cual

piensan. Algo significativo que

arrojó la medición pareciera ser

que mientras más calidad ofreces,

más calidad esperan tus

clientes.

Y esto a la vez se conjuga con la

cantidad que compran. Mientras

sea mejor, más quieren. La evaluación

del IVAC tiende a cuantificar

esta exigencia, con un

indicador que oscila entre 70%

y 72% de los encuestados que

piden más, lo cual ser reafirma

con las crecientes mediciones de

venta cruzada o PPC (Productos

por Cliente).

Muchos empresarios aún no logran

comprender la evolución

del consumidor, o no evolucionan

con él, y no admiten la preponderancia

de nuevos criterios

de compra y lealtad que rebasan

aquello que tanto insistían los libros

de mercadeo, que debíamos

“satisfacer al cliente”.

Todavía insisten en competir con

base en precios, cuando el precio

va perdiendo cada vez más relevancia

dentro de la “experiencia

de consumo”.

Satisfacer al cliente no es suficiente,

tienes que deleitarlo, dijo

Tom Peters, autor de En busca de

la excelencia.

Solo hay que comparar el precio

de una taza de café en la cafetería

de la esquina que quizás

cueste $2,35, con sentarse en la

Piazza San Marco de Venecia y

tomarse un capuchino al sonido

del tema de “Il Padrino” en violín,

con palomitas caminando entre

tus pies, el cual te costará seguramente

€9,80. ¿Cuál prefieres?

Lo primero es un café, lo otro es

una experiencia por demás gratificante,

aunque cueste diez veces

más.

Haga usted que la relación de

compra/venta sea una experiencia

agradable y placentera,

y dé al cliente lo mismo que usted

esperaría recibir.

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